viernes, 20 de abril de 2012

CAPITULO 33

Despierto jadeando en el sofá, el sudor corre por mi frente y unas lágrimas han cubierto mis mejillas. Me cuesta respirar. Hacia mil que no tenia este sueño, bueno, mas que sueño, un recuerdo que aparece en mis sueños. Coloco la mano en el pecho. El corazón me late a mil por hora. Empiezo a ver borroso gracias a las lágrimas que se apelotonan en mis ojos. Creía que lo de los sueños con esa tarde de hace 5 años se habían acabado. Me abrazo a mis rodillas para aplacar este sentimiento de culpa que siempre he tenido. Me vienen imágenes de ese día en el que fui con ella a la compra. Lo mal que me porte con ella. El momento en el que me salvo de ser atropellada. Los meses siguientes en el hospital esperando a que se despertase del coma. Dos años. Dos años esperando que despertase. Cinco años culpándome a mi misma por lo ocurrido. Me balanceo e intento respirar pero solo consigo llenar un poco los pulmones, ni siquiera me percato de que Álvaro y Jaime acaban de entrar a casa con bolsas y se han callado al oír mis sollozos. Mi hermano entra en el salón y se frena al verme, levanto la vista para encontrarme con sus ojos grises llenos de preocupación, no puedo evitar romper a llorar aun más fuerte.

-O…ot…otra ve..vez- consigo decir entre sollozos

No hace falta que le diga nada más, Álvaro me entiende a la perfección. Se sienta conmigo en el sofá y entierro la cabeza en su hombro y lloro con más fuerza aun si es posible. Jaime me mira con preocupación y confusión.

-No fue culpa de nadie-repite mi hermano, después de mucho tiempo, esa frase que he escuchado tantas veces, pero que solo de su boca suena sincera
-S..si..si lo fu..fue-repito yo también
-Jaime, Trae un vaso de agua, por favor-le pide Álvaro
-Claro-contesta Jaime como un robot dirigiéndose a la cocina, una de las pocas veces que le veo sin su sonrisa característica

La camiseta de Álvaro se oscurece por donde caen mis lágrimas. Me pone una mano en la cabeza y me pega más a él. Me tranquilizo poco a poco, bebo el vaso que a traído Jaime, aunque este ya no se encuentra presente. Mi hermano me susurra palabras de consuelo, que hacen mella en mí hasta que dejo de llorar. Seguimos abrazados así, una hora más. Mis parpados empiezan a cerrarse y Álvaro se percata de ello. Me coge en brazos como si fuese una niña pequeña y me lleva a mi habitación. Me deja en la cama.

-No quieres cenar ¿no?-niego con la cabeza-Bueno, buenas noches pequeña-dice dándome un beso en la frente antes de marcharse- si necesitas algo, tan solo llámame
-Gracias-susurro

Me meto debajo de las sabanas y me siento apoyando las rodillas contra mi pecho y rodeándolas con los brazos. Sigo sintiendo ese agujero en el pecho, pero me siento mucho mejor. Solo mi hermano sabe que hacer con estas situaciones, no tiene que hablar mucho, solo abrazarme y decirme unas pocas palabras que me hagan sentir bien.

Me froto los ojos con las manos. Seguro que estoy horrible de tanto llorar. Esbozo una sonrisa triste.

-Sara…-dice Jaime con cautela entrando en mi habitación, ya con el pijama puesto. Unos pantalones largos a cuadros y una camiseta de tirantes que deja ver sus músculos- ¿Te encuentras mejor?
-Si-respondo-Gracias
-Bueno-suspira rascándose la cabeza, se ve que estos asuntos no se le dan bien-no se lo que ha pasado…pero si quieres contármelo o necesitas algo tan solo llámame- dice con las mismas palabras que mi hermano, pero con un deje nervioso-bueno…adios…

Da media vuelta para salir de mi cuarto.

-No me dejes sola- le sujeto por la camiseta con unas lagrimas aflorando en mis ojos- No me dejes sola-repito con voz quebrada

Me mira asombrado. Pero no pone ninguna pega y no dice palabra. Tan solo se mete con migo en la cama y yo, ante su sorpresa, me entierro entre sus brazos…

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